miércoles, 11 de enero de 2012

MUSEO THYSSEN



LA HISTORIA DE LA COLECCIÓN.
El fondo artístico empezó a formarse hacia 1920, como colección privada del I barón, Heinrich Thyssen-Bornemisza (1875-1947). Ya anteriormente, hacia 1906, su padre August Thyssen (1842-1926) había encargado varias esculturas de mármol a Auguste Rodin. De ellas, cuatro pasaron a la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza y se exhiben en el museo[2].
Joven caballero en un paisaje, gran cuadro deVittore Carpaccio.
En muy pocos años (1926-34) los Thyssen sumaron varios de sus mejores cuadros, de autores como DureroJan van EyckCaravaggioVittore Carpaccio. Se dice que la compra de tantas obras maestras fue posible por la gran actividad que vivía el mercado del arte, por el crack del 29 y la difícil situación en Europa entre las dos guerras mundiales. Muchos aristócratas europeos y magnates americanos tuvieron que vender sus colecciones, y los Thyssen pudieron adquirir obras muy raras a precios razonables. Sin embargo, hay que desmentir que la colección se beneficiase por una presunta proximidad al régimen nazi. Los Thyssen-Bornemisza no residieron en Alemania sino en Holanda y Suiza; la confusión se explica por la existencia de otra rama de la saga Thyssen, ajena a los Bornemisza y también dedicada a la industria, que sí colaboró activamente con el Tercer Reich.2
El crecimiento de la colección fue tan rápido, que ya en 1930 mereció una exposición en Múnich. Constituyó una revelación, ya que el I barón compraba discretamente mediante intermediarios. Así encubría su identidad y evitaba los precios abusivos. En 1932 adquirió una mansión en LuganoVilla Favorita, que pasó a ser su residencia habitual, y le sumó un pabellón o galería para exhibir su colección. Inauguró este incipiente museo (privado) en 1937 pero tuvo que cerrarlo muy pronto, al estallar la Segunda Guerra Mundial; lo reabriría su hijo una década después.
El segundo barón, Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza (1921-2002), popular en España gracias a su matrimonio con Carmen Cervera, prosiguió la actividad coleccionista de la familia, tanto con arte antiguo como especialmente con arte impresionista y posterior, hasta entonces excluido por los gustos conservadores de su padre. Su primer objetivo fue reunificar la colección, que había sido repartida entre los hermanos. Esta tarea la prolongó hasta la década de 1980, cuando recuperó la Madonna de la humildad de Fra Angelico (MNACde Barcelona), que poseía una hermana suya. Otras piezas, pertenecientes a la llamada Colección Bentinck-Thyssen, no tuvieron igual suerte; se subastaron y dispersaron en 1995. Entre ellas se contaba un Cupido pintado por Rembrandt [3], actualmente en el Museo Liechtenstein de Viena.
A las obras maestras heredadas y recuperadas el barón unió muchas otras a partir de 1956, en una intensa actividad compradora que llegó a cien piezas por año y que no se limitaba a cuadros. El conjunto artístico de los Thyssen-Bornemisza sumaba además dibujos y acuarelas, esculturas, tallas en marfil, objetos de plata, muebles y alfombras. Se trataba de una de las colecciones privadas más valiosas del mundo y posiblemente de la más variada y completa en cuanto a pintura, pero su misma envergadura planteaba el problema de asegurar su futuro. El mismo barón confesaría que desde principios de la década de 1980 le había preocupado dejar atada la pervivencia de la colección.

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